De las cenas aperitivo a las bodas cóctel
Cuando era una enana, una de las cosas que más me gustaba y que sucedía de vez en cuando eran las “cenas aperitivo”.
Supongo que como a muchos niños, cambiar el plato de la cena de rigor por un aperitivo me parecía genial!! Aunque como os podréis imaginar, el aperitivo en cuestión era al fin y al cabo bastante sencillo, a mí me parecía lo más fantástico del mundo. Una mesa con galletas de pececito, taquitos de queso, patatas de bolsa, aceitunas, berberechos, rollitos de jamón dulce, croquetas, ganchitos y alguna cosa más que se ingeniaba mi madre.
Como podéis imaginar la cena en cuestión no se “celebraba” más que una o dos veces al año, pero lo sigo recordando como algo que nos encantaba, algo diferente de lo que se hacía siempre, una fiesta en toda regla!!
Pues bien, para mí las bodas cóctel son un poco a las bodas lo que una “cena aperitivo” era a la cena de cada día. Me parece una manera diferente, distendida, amena, divertida de celebrar el que para muchos es unos de los días más significativos de su vida.
Cuando era una enana, una de las cosas que más me gustaba y que sucedía de vez en cuando eran las “cenas aperitivo”.
Supongo que como a muchos niños, cambiar el plato de la cena de rigor por un aperitivo me parecía genial!! Aunque como os podréis imaginar, el aperitivo en cuestión era al fin y al cabo bastante sencillo, a mí me parecía lo más fantástico del mundo. Una mesa con galletas de pececito, taquitos de queso, patatas de bolsa, aceitunas, berberechos, rollitos de jamón dulce, croquetas, ganchitos y alguna cosa más que se ingeniaba mi madre.
Como podéis imaginar la cena en cuestión no se “celebraba” más que una o dos veces al año, pero lo sigo recordando como algo que nos encantaba, algo diferente de lo que se hacía siempre, una fiesta en toda regla!!
Pues bien, para mí las bodas cóctel son un poco a las bodas lo que una “cena aperitivo” era a la cena de cada día. Me parece una manera diferente, distendida, amena, divertida de celebrar el que para muchos es unos de los días más significativos de su vida.
Las bodas cóctel permiten a los novios estar con todos los invitados, hace que éstos puedan irse mezclando y cambiando de grupo sin la “obligación” de estar 3 horas sentados en la misma mesa, los inquietos pueden ir de un lado a otro, los más “apalancados” pueden buscarse un rincón agradable y montar allí su cuartel general, …
El mobiliario y la decoración tienen un papel estelar en las bodas cóctel. Podemos jugar mucho más de lo habitual, creando diferentes espacios y ambientes, rincones mágicos e íntimos, mesas altas y bajas, taburetes, sillas, sillones y bancos, cojines, cortinas, almohadones y todo aquello que os venga a la cabeza puede tener su lugar en una boda así.
Además, en lo que a comida se refiere, las bodas de este tipo son geniales para que los que quieren probarlo todo vayan de buffet en buffet, se asomen a todos los show cooking y estén atentos a cada paseíllo de los camareros, en cambio aquellos que no son demasiado de arriesgar con la comida pueden ir a lo seguro y elegir aquello que más les gusta. Son bodas ideales para ofrecer un montón de cosas diferentes al no tener que ceñirse a un primero y un segundo. Permite arriesgar un poquito más y ofrecer algún platillo que aún sabiendo que no va a gustar a todo el mundo a los novios les apetezca incluir. Ah!! Y no hay que olvidar los postres!! Las bodas cóctel son el evento perfecto par montar un buffet de postres, con fruta, algún sorbete o crema, tartaletas,… y obviamente puede incluir o no pastel nupcial, a gusto de los novios!!
Pues eso, que me declaro fan incondicional de las bodas cóctel, de esas celebraciones distendidas, amenas, divertidas, con un toque informal pero que en ningún caso tienen por qué perder la elegancia y compostura propias de una celebración de este tipo.
Y yo más contenta que unas pascuas porque este veranito vamos a montar una y estoy más que segura que va ser genial, maravilla, única!!
Ya cerquita del fin de semana… 😉
fotos: Pinterest y loverlyCuando era una enana, una de las cosas que más me gustaba y que sucedía de vez en cuando eran las “cenas aperitivo”.
Supongo que como a muchos niños, cambiar el plato de la cena de rigor por un aperitivo me parecía genial!! Aunque como os podréis imaginar, el aperitivo en cuestión era al fin y al cabo bastante sencillo, a mí me parecía lo más fantástico del mundo. Una mesa con galletas de pececito, taquitos de queso, patatas de bolsa, aceitunas, berberechos, rollitos de jamón dulce, croquetas, ganchitos y alguna cosa más que se ingeniaba mi madre.
Como podéis imaginar la cena en cuestión no se “celebraba” más que una o dos veces al año, pero lo sigo recordando como algo que nos encantaba, algo diferente de lo que se hacía siempre, una fiesta en toda regla!!
Pues bien, para mí las bodas cóctel son un poco a las bodas lo que una “cena aperitivo” era a la cena de cada día. Me parece una manera diferente, distendida, amena, divertida de celebrar el que para muchos es unos de los días más significativos de su vida.
Las bodas cóctel permiten a los novios estar con todos los invitados, hace que éstos puedan irse mezclando y cambiando de grupo sin la “obligación” de estar 3 horas sentados en la misma mesa, los inquietos pueden ir de un lado a otro, los más “apalancados” pueden buscarse un rincón agradable y montar allí su cuartel general, …
El mobiliario y la decoración tienen un papel estelar en las bodas cóctel. Podemos jugar mucho más de lo habitual, creando diferentes espacios y ambientes, rincones mágicos e íntimos, mesas altas y bajas, taburetes, sillas, sillones y bancos, cojines, cortinas, almohadones y todo aquello que os venga a la cabeza puede tener su lugar en una boda así.
Además, en lo que a comida se refiere, las bodas de este tipo son geniales para que los que quieren probarlo todo vayan de buffet en buffet, se asomen a todos los show cooking y estén atentos a cada paseíllo de los camareros, en cambio aquellos que no son demasiado de arriesgar con la comida pueden ir a lo seguro y elegir aquello que más les gusta. Son bodas ideales para ofrecer un montón de cosas diferentes al no tener que ceñirse a un primero y un segundo. Permite arriesgar un poquito más y ofrecer algún platillo que aún sabiendo que no va a gustar a todo el mundo a los novios les apetezca incluir. Ah!! Y no hay que olvidar los postres!! Las bodas cóctel son el evento perfecto par montar un buffet de postres, con fruta, algún sorbete o crema, tartaletas,… y obviamente puede incluir o no pastel nupcial, a gusto de los novios!!
Pues eso, que me declaro fan incondicional de las bodas cóctel, de esas celebraciones distendidas, amenas, divertidas, con un toque informal pero que en ningún caso tienen por qué perder la elegancia y compostura propias de una celebración de este tipo.
Y yo más contenta que unas pascuas porque este veranito vamos a montar una y estoy más que segura que va ser genial, maravilla, única!!
Ya cerquita del fin de semana… 😉
fotos: Pinterest y loverlyCuando era una enana, una de las cosas que más me gustaba y que sucedía de vez en cuando eran las “cenas aperitivo”.
Supongo que como a muchos niños, cambiar el plato de la cena de rigor por un aperitivo me parecía genial!! Aunque como os podréis imaginar, el aperitivo en cuestión era al fin y al cabo bastante sencillo, a mí me parecía lo más fantástico del mundo. Una mesa con galletas de pececito, taquitos de queso, patatas de bolsa, aceitunas, berberechos, rollitos de jamón dulce, croquetas, ganchitos y alguna cosa más que se ingeniaba mi madre.
Como podéis imaginar la cena en cuestión no se “celebraba” más que una o dos veces al año, pero lo sigo recordando como algo que nos encantaba, algo diferente de lo que se hacía siempre, una fiesta en toda regla!!
Pues bien, para mí las bodas cóctel son un poco a las bodas lo que una “cena aperitivo” era a la cena de cada día. Me parece una manera diferente, distendida, amena, divertida de celebrar el que para muchos es unos de los días más significativos de su vida.
Las bodas cóctel permiten a los novios estar con todos los invitados, hace que éstos puedan irse mezclando y cambiando de grupo sin la “obligación” de estar 3 horas sentados en la misma mesa, los inquietos pueden ir de un lado a otro, los más “apalancados” pueden buscarse un rincón agradable y montar allí su cuartel general, …
El mobiliario y la decoración tienen un papel estelar en las bodas cóctel. Podemos jugar mucho más de lo habitual, creando diferentes espacios y ambientes, rincones mágicos e íntimos, mesas altas y bajas, taburetes, sillas, sillones y bancos, cojines, cortinas, almohadones y todo aquello que os venga a la cabeza puede tener su lugar en una boda así.
Además, en lo que a comida se refiere, las bodas de este tipo son geniales para que los que quieren probarlo todo vayan de buffet en buffet, se asomen a todos los show cooking y estén atentos a cada paseíllo de los camareros, en cambio aquellos que no son demasiado de arriesgar con la comida pueden ir a lo seguro y elegir aquello que más les gusta. Son bodas ideales para ofrecer un montón de cosas diferentes al no tener que ceñirse a un primero y un segundo. Permite arriesgar un poquito más y ofrecer algún platillo que aún sabiendo que no va a gustar a todo el mundo a los novios les apetezca incluir. Ah!! Y no hay que olvidar los postres!! Las bodas cóctel son el evento perfecto par montar un buffet de postres, con fruta, algún sorbete o crema, tartaletas,… y obviamente puede incluir o no pastel nupcial, a gusto de los novios!!
Pues eso, que me declaro fan incondicional de las bodas cóctel, de esas celebraciones distendidas, amenas, divertidas, con un toque informal pero que en ningún caso tienen por qué perder la elegancia y compostura propias de una celebración de este tipo.
Y yo más contenta que unas pascuas porque este veranito vamos a montar una y estoy más que segura que va ser genial, maravilla, única!!
Ya cerquita del fin de semana… 😉
fotos: Pinterest y loverly
